Esa habitación, esa sensación de soledad, la misma sensación que aquel día, aquel desgraciado momento en el que todo cambió...
Ese día me levanté temprano para poder repasar tecnologías. Cuando me preparé cogí la llave y me dispuse a volver a la rutina.
Al llegar al instituto en la puerta vi a mis amigas. Las salude, les sonreí, abracé a alguna. Era felíz. Por fin llegaba el recreo. Fui al club de los lectores vivos en la biblioteca, ese día leíamos los relatos ganadores del II concurso de relatos cortos. Dijeron mi nombre y me levanté, con una sonrisa adornando mi rostro. Me acerqué al jefe de estudios, me entregó un lote de libros y un diploma. Le miré e intercambiamos una sonrisa. Leí mi relato y me senté mientras la gente me aplaudía.
Después de la última hora fui a entregar el parte y las llaves. Mis amigas se despedían y me felicitaban. Me paré un momento en conserjería y miré las pantallas con las imágenes de las cámaras. Ya habían cerrado, así que salí por el aparcamiento. Me encontré a profesores e intercambiamos un adiós y unas sonrisas.
Abro la puerta principal y coroo hacia mi cuarto, suelto las cosas y me voy al salón a ver la tele.
Las tres y media.
Las cuatro.
¿Donde estában?
Las cinco.
Sonó el telefoneo y corrí hacia él. Me quedé callada mientras se me caía el trapo y mi rostro cambiaba a una mezcla de terror y dolor, soledad. Un accidente, mim adre y mi hermana en el coche, caí al suelo y rompí en llantos. Había perdido a lo más preciado en mi vida, a un soporte indispensable.
En la semana siguiente mi padre no fue a trabajar, y yo... bueno, yo no me atreví a poner un pié fuera de mi casa.
El día que me decidí a volver al instituto, rompí a llorar al leer un antiguo mensaje. La gente no sabía cómo reaccionar ni cómo tratarme.
Dos mese después mi padre se suicidó, había perdido a su esposa y a su hija más preciada, sólo le quedaba yo, y le culpaba de la muerte de ellas, el tenía que estar conduciendo ese coche... no mi madre.
Hoy estoy aquí, sentada, con una familia nueva, unos amigos nuevos, pensando en cual fue la razón de que no me despidiese de mi madre esa mañana.
Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y en la mayoría de los casos, en ese momento ya es demasiado tarde como para dar marcha atrás.
Posdata:
Esto lo escribí después de recibir la mala noticia de que no había ganado ese premio, empecé a imaginarme lo que habría pasado si lo hubiese gando, y... salió esto. Algunas de las mejores ideas han salido de estupideces, cómo este relato.